viernes, 28 de enero de 2011

Buenos días, princesa.


He soñado toda la noche contigo... íbamos al cine, y tú llevabas aquel vestido rosa que me gusta tanto.

martes, 11 de enero de 2011

Buenos días por la mañana, noche.

¡Crece! - Le dijo el enano al gigante.
- ¡Corre! - La tortuga a la liebre.
-  ¡Vuela! - Le dice el pez al pájaro.
- ¡Cállate! - El pájaro cantor al perezoso.
- Mantente cuerdo mientras puedas. - El sombrerero loco.


- ¿Sombrerero? Te he visto esta mañana, sí, llevabas ese sombrero que te sienta tan bien, y ese pelo alborotado que te resalta los pies, esa chaqueta roja que te hace más delgado, esos zapatos naranjas tan descoloridos. Sí, ibas de maravilla. Y a todo esto, ¿qué tal fue el té?


Después de una entretenida conversación de no más de una persona eché a volar; tenía prisa.


El "Tic-tac" del reloj se hacía cada vez más fuerte e insoportable, recordándome que llegaba tarde. Pero, mira que lindo está hoy el campo, ¿y el intenso azul del cielo? ¡Ana! No te distraigas.


Recordaba bien el camino, aunque nunca antes había pasado por ahí. Bueno, no era importante, lo recordaba, suficiente. 


El camino se había abierto en otros dos caminos y eso no me lo esperaba, había niebla entre los árboles y todo empezó a ponerse muy oscuro, sí, admitido queda: tenía miedo.
A pito-pito nunca falla. Así que empecé, resonaba la canción en mi cabeza junto con la niebla que cada vez se hacía más densa y conseguía penetrar por mis ojos.
"Que fallo, se me empieza a olvidar la canción, hay tanto humo que no pienso". No importó, eché por el camino que tenía más cerca.


Ya está, he llegado. "Hola, liebre, sombrerero, ratoncito, lamento el retraso."