miércoles, 15 de enero de 2014

BM

No me canso de las flores. Pero sí de vivir entre los nudos y desenlaces de tu pelo. Tal vez si dejamos de ondear la melena al viento con tanta risa y tanta prisa se nos pasan la tontería y las ganas de estos ataques terroristas espontáneos. Vaya desastres montamos en un momento... Lo malo es quién se quedará a recoger todo el estropicio cuando la bala nos entre por un oído y no salga por ningún lado. ¿Quién irá a dónde cuando no tengamos ni puta gana de ver a nuestro asesino?

Y todo por recordar... esta mente sucia e impecable que no falla cuando quiere... Pero el pasado pasado queda, y paso de pasar los días recordando algo que fue y que ya no es. ¡Esto se llama evolución y se nos da de puta madre! Y sólo nos sirve quedarnos muy atrás para hacer el amor como monos, ¿no crees?

El terrorismo está muy bien para hacer volar las sábanas en pedazos, para hacer estallar mi bomba de alegría y que te salpique a ti, que para algo aprietas el detonador cuando te viene en gana. Está muy bien para atacar tu pecho y que convulsiones. Lo nuestro son los ataques terroristas en la horizontal, de los que de dolor entienden bien poco. Pero en vertical cambiamos las balas por lo reflejos en las ventanas y ya está todo hecho.

No me canso de tus bombas. No hay nada más bonito ni más idiota que elegir al asesino de una misma. Si muero debe ser en un atentado tuyo, que lleve tu firma y tus putos ojos verdes. Esos putos ojos verdes... lo siento por ti, pero ya son bastante míos, así que te quedas contento, conmigo y con mi detonador.