lunes, 13 de mayo de 2013

Lack of luck.

¿Suerte? Yo no quiero suerte, yo quiero estabilidad.
Que de arriba a abajo vaya una vida termina mareando a los pasajeros. Porque, al fin y al cabo, es una enorme atracción como cualquier otra. He ido decorando mi atracción como he querido, como he podido dependiendo de los materiales que tenía, y de momento sería cruel que me quejara. Sin embargo, ¿es mucho pedir tranquilidad? Tranquilidad con una pincelada de idas y venidas de cabeza, algo así como un dragón lavándose las manos justo antes de comer. Hacer de la locura algo bellísimamente rutinario, por ejemplo: Escaparnos de vez en cuando a la playa en invierno y llenarnos los pulmones de sustacias, cuanto menos, tóxicas; cenar sopa en verano; leer en el balancín mientras llueve tapando la parte superior con dos o tres paraguas; ducharme en la bañera con uno de esos bañadores antiguos que hacen una figura horrible pero que, por circunstancias desconocidas, a las mujeres de la época les quedaban muy bien o simplemente llorar de alegría.
Sería tan petéticamente perfecto tener lo justo y necesario... O tal vez sólo un poco más de lo que debiera, por lo pillarme los dedos. Quiero un piso muy modesto pero bien decorado, una mascota a la que arruinarle la existencia y mimarla como a un bebé y una bici rosa de ciudad. Y después un barco, un precioso y gran barco en el río de una gran cuidad de cuyo nombre no me acuerdo. Algo que me dé estabilidad y tranquilidad y me deje hacer locuras, por favor.