Echo de menos esos días, esos sentimientos. Puedo recordar como cada hora era equivalente a un suspiro, puedo casi sentir con la punta de los dedos las risas que dibujé en aquellos labios.
Entonces la realidad se pone celosa del recuerdo y se niega a cumplir mis mayores deseos. Y me encarcela en lo alto de una torre, yo y mis deseos, mis deseos y yo. Se enfadó porque no le hice caso y me volqué exclusivamente en recordar. Ahora me dice que ya no me quiere, que me quede con mis recuerdos a los que quiero tanto.
No sé cómo explicarle que estoy enamorada de ella y que lo único que quiero es que me trate como antes me trataba.
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