domingo, 14 de agosto de 2011

¡Que viva la María que corre por mis venas!


Aaaaaay, pequeña, siempre tan mala y adictiva, mira que no dejar que me aleje de ti ni a kilómetros de distancia.
Pero supongo que es lo que tiene pasar todos los días contigo, que no me dejes estudiar, que siempre me estés molestando, siempre llamando a mi puerta, siempre ahí hasta cuando no puedes estar.
No te voy a dar las gracias, porque ya sabes que te lo agradezco, pero... ¿qué coño? Gracias.

Poco a poco se va aprendiendo lo que es de verdad y lo que no, y yo ya tenía algo aprendido de antes, pero tú, bebé, tú me has enseñado tantas cosas, tantas... Y lo seguirás haciendo, porque yo quiero.
Porque quiero que sigas hablándome hasta debajo del agua, que me lleves a sitios nuevos, que te mudes lejos pero sigas viniendo a mi casa aunque estés harta del autobús, y que me compres esos sandwiches que me gustan tanto (eres la mejor sólo con esto), ver tu cara de drogada perdida al levantarme y no cansarme de ella, y reírme, claro está, que me preguntes "¿Has visto el videoclip de...?" sabiendo que no lo he visto, porque no los veo, que ya tengas los cereales preparados y que vayas sin decírmelo a por un vaso de cheche fría, que vengas conmigo andando a dondesea y que nos cansemos, y esperar, esperar por supuesto a la otra petarda que siempre nos da cobijo, "Oh, gran casa acogedora de la quinta mierda ♥". Y por esas cosas,

me aprenderé el camino de vuelta, chicharra, tranquila.

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