lunes, 16 de agosto de 2010

Lof.

Nos volvemos tan estúpidos cuando nos enamoramos, tan cursis, tan inocentes, tan tan... puag.

Suerte es que sólo pasa cuando somos pequeños y dura hasta que nos damos cuenta que hacer el imbécil no es lo que se dice amar.
Dejamos de hablar con amigos/as porque nuestra pareja se pone celosa, no nos besamos delante de nuestros padres porque no da vergüenza, sólo dejamos que nos den arrebatos de pasión en sitios privados, casi nunca en público, no hacemos ninguna estupidez con él/ella por miedo a que te tome por loco/a, te da vergüenza que te vea desnuda/o, nos ponemos celosos por cualquier tontería que haga nuestra pareja con un amigo/a suyo, porque ni si quiera conocemos a sus amigos, es todo nuevo, es todo... casi bonito.

Con el tiempo tu pareja no se pone celoso/a de nada, porque te conoce, conoce a tus amigos y no te va a pedir que dejes de hablar ni ver a nadie, si ese alguien te hace feliz, le besas cuando te apetece sin importar quién esté delante y con sólo miraros os da un arrebato de pasión en cualquier sitio, ¿qué importa quién os mire? Que se muera de la envidia, os queréis como nadie. Hacéis las estupideces más grandes del mundo sólo por verlo sonreír, y cuando te cambias delante suya ya no le dices "no mires", ya ha visto cada uno de tus secretos y le encantan.

Lo primero, son los amores infantiles, sin confianza, sin cariño, no hay amor, sólo capricho. 
Lo segundo, es amor, amor del bueno, del puro, el que a mí me gusta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario